Supón que entonces hablo de la vida...

martes, 29 de enero de 2013

el único apetito que no se sacia nunca



Sucede casi siempre que las relaciones que el amor comenzó, concluyen por no tener más lazo de unión que el del deber. -¿Es que la satisfacción del amor mata el amor? -¡No! Es que el amor es avaricioso, insaciable, activo: es que no se contenta con los sacrificios hechos sino con los sacrificios que se hacen. Es que es una gran fuerza inquieta, que requiere grandes alimentos diarios, es que es el único apetito que no se sacia nunca.
No es que anhele cuerpo que lo sacie: es que solo la solicitud incesante y tierna, visible y sensible, lo alimenta. Creen las mujeres con error, y creen los hombres, que una vez dada la gran prenda, la prenda del cuerpo; el beso sacudidor, todo está dado, y todo conseguido. ¡Oh, no! El alma es espíritu y se escapa de las redes de la carne: es necesario conquistarla con espíritu…

No ha de desperdiciarse ocasión alguna de consolar toda tristeza, de acariciar la frente mustia, de encender la mirada lánguida, de estrechar una mano caliente de amor. Perpetua obra, obra de todo instante es la ternura. Si no, ¡el amor no satisfecho busca empleo! Hay una palabra que da idea de toda la táctica del amor: rocío-goteo. Que haya siempre una perla en la hoja verde: una palabra en el oído, una mirada meciente en nuestros ojos; en nuestra frente, un beso húmedo.
El que así no ame, no será jamás amado.

Y eso señor@s, lo escribió José Martí en el siglo XIX.

No hay comentarios:

Publicar un comentario