Hoy me levanté con dos ideas fijas, aparentemente
desconectadas entre sí, y quisiera compartirlas con ustedes.
Una es un momento de la
película El ojo del canario; apenas
una escena que se me ha quedado grabada en la memoria y me surge de vez en
cuando para hacerme recordar algunas de las cosas importantes de esta vida. Tal
vez ustedes la recuerden. Es aquella en que el adolescente llega a su casa, la
madre le sirve algo de caldo y un pedazo de pan que evidentemente poco sirve
para saciar el hambre que puede estar sintiendo el muchacho en ese momento; y
Broselianda –en el papel de la madre- se pone a comentar de los problemas del
crédito en la bodega del gallego, las
dificultades del padre -o algo por el estilo-, con la hermana de José Julián, o
con él mismo…, no recuerdo bien porque ahora solo me viene a la mente la
expresión del joven mientras comienzan a oírse en off –a modo de pensamientos que
rondan o empiezan a ser- algunos de
los versos de su poema Abdala.
Yo no sé qué intención tuvo
Fernando Pérez al incluir esa escena en el filme o qué efecto buscaba en el
público; pero cada vez que siento que me dejo aplastar por las dificultades
cotidianas con la guagua, la burocracia, los malabares en el mercado
agropecuario, las incomprensiones en el trabajo o en la casa, y de casualidad
-¿o no?- me viene a la memoria esta escena, me siento fortalecida y reforzada e
impelida a seguir, a sobreponerme y continuar trabajando por aquello en lo que
creo. Y hasta hoy no logro racionalizar el asunto, o lo intuyo pero no me
detengo demasiado a indagar. Tal vez sea porque en esa escena específica
encuentro sintetizada todas sus decisiones, circunstancias y caminos
transitados; todo en un pequeño instante. Imaginar y visualizar al Apóstol –la imagen inmaculada- José Martí en medio de la pobreza,
los sacrificios, la humildad de una casa honrada, y saberse con la capacidad de
alcanzar el triunfo material personal, y así y todo optar por el “bien mayor”,
todo eso me permiten esos tres personajes reunidos en la cocina limpia y raída
de la familia Martí y Pérez. Ese momento me habla más que mil páginas dedicadas
a la vida de Martí, más que las consignas aquellas al estilo de por el poder de erguirse se mide a los
hombres, mucho más que los matutinos y los actos.
En fin, ni sé por qué siento la
necesidad de escribir sobre esto precisamente hoy, me imagino que es porque en
esta semana Martí está en el aire, se respira inconscientemente, y como ya he
decidido dejarle cause abierto a las palabras cuando surjan, ahí les va.
No importa que blogspot me impida dar un me gusta de esos que wordpress permite de forma tan sencilla. Tal vez es parte de una estrategia inteligente para que los blogueros que pasemos tengamos que escribir en lugar de limitarnos a dar un clik. Yo solo quería agradecerte por compartir a ese Martí que sientes tan tuyo, ese que es conciencia e inspiración. Un abrazo
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