Supón que entonces hablo de la vida...

viernes, 1 de marzo de 2013

Nuevas tecnologías


-Consulté un especialista de mayor profundidad… tú debes estar ok, creí que era correcto que lo supieras. Mientras leía en la pantalla de su celular sin saber todavía qué pensar, qué decir, qué sentir o cómo reaccionar, ella no imaginó entonces que la próxima vez que tendría noticias suyas sería a través de otro mensaje, enviado desde la mitad del mundo. Sí, de eso se enteraría tres o cuatro días después; ahora tenía ante sí este mensaje, tan lacónico, tan clínico, que pretendía ser exculpador de sabe dios qué otros asuntos no mencionados –bueno, ella sí los sabía, o al menos podía suponerlos-, y no podía comprender que estaba ante el cierre perfecta y dolorosamente absurdo de una historia que la había marcado tanto que todavía estaba aprendiendo a vivir sin recordarla.

A algunos miles de kilómetros de distancia, él no sabía ya qué hacer para conseguir apartar la mirada de aquellas fotos publicadas tiempo atrás, cuando todavía había un nosotros y ella podía imaginarlos envejeciendo juntos, así, sin hacer ningún esfuerzo, ¿cómo dejar de mirarlas, cuándo dejarían de dolerle? Y casi como un autómata  le escribió  -Hay algo en esa foto que no me gusta, ¿puedes eliminarla por favor?…